El orgullo brota y se comparte.
Iván es el ejemplo perfecto para hacer tangible lo que hacemos desde Minkai: acompañar durante toda la trayectoria educativa a jóvenes de comunidades rurales, brindando herramientas y oportunidades para que terminen sus estudios.
Hablamos con la mamá de Iván, parte fundamental del desarrollo de su hijo, y nos contó sobre los sentimientos y las emociones que vivió tanto ella como su familia momentos previos a que les avisen que ya era profesor.
Nancy asegura que siempre pudo visualizar a su hijo recibido, porque toda su vida fue un chico estudioso, perseverante, respetuoso y muy tranquilo, y además, era su mayor deseo. Tanto para Iván como para sus otros dos hijos menores, quienes idolatran a su hermano mayor: “¡Si hubieses visto lo contentos que estaban!, a todo el colegio le contaron que tienen un hermano profesor. Las maestras me mandaban saludos de felicitaciones”. Las felicitaciones no solo provenían desde el colegio, sino que se hicieron extensivas ya que se enteró toda la comunidad de semejante logro: “Todos me felicitaban, los vecinos en Palomino, mis amigas, todos me han felicitado. Se enteró todo el mundo, por FaceBook, por los estados, ¡si!. El sábado le festejamos con toda mi familia, las abuelas, los tíos, los primos”.
Nancy tuvo a Iván de adolescente como madre soltera, y lo crió con mucha ayuda de sus padres. Es por ello que asegura que Iván tiene “dos mamás”. Y la relación de los abuelos con Iván era - y es- de puro amor y con un mundo de posibilidades para que él tenga un futuro mejor. La abuela expresó “mi misión está cumplida” al ver que salía por las puertas del instituto convertido en profesor. Aunque de chiquito le decía a su abuelo que quería ser policía, su entorno inmediato era parte del cuerpo docente, y en algún punto eso le debe haber calado hondo y movilizado alguna fibra para cambiar de rumbo y pensar en la docencia, rol que desempeña con mucha pasión.
La emoción de saber que más allá de las dificultades que se cruzaron por el camino, pudo sortearlas y llegar a la meta, les infla el pecho de orgullo no solo a la mamá de Ivan, sino a su familia entera: “Ay si, ha sido emocionante. Cuando salió de rendir estábamos todos, mi familia, los padrinos. Ha sido un día largo, la espera también porque él salió como a las 11.30hs del colegio, y todos estábamos esperando con cartelitos. ¡Nos estábamos comiendo las uñas! yo lloraba de la emoción, porque yo lo veía y él me saludaba de lejos. Después con los compañeritos de él salieron y nos hemos abrazado todos. No sabes la emoción, mi mamá lloraba”.
La importancia de la contención en casa, la socialización primaria y el rol de la familia como grupo de individuos activos en la educación de los más pequeños es la clave a la hora de transitar y permanecer en el colegio. Sin el soporte en el hogar, el camino planeado se hace más dificultoso: “Cuando fue a estudiar en el colegio de educación física, yo siempre lo acompañé, siempre estaba con él. Nunca lo dejé solo. Siempre tenía esa contención conmigo”.
El logro de Iván nos reafirma que desde Minkai vamos por buen camino y que tenemos que seguir trabajando para que todos/as los/as jóvenes de Argentina tengan derecho a la educación, sin importar donde los encuentre la geografía.
¡Queremos agradecerle a toda la comunidad Minkai por acompañarnos en este recorrido e invitarlos a seguir adelante para que sean cada vez más los/as egresados/as que celebremos juntos/as!
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